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Aprender a desaprender para empezar a comunicar

La educación formal, hegemónica y sistematizada, tal y como la hemos vivido y sufrido y tal y como la conocemos hoy en día, requiere de ciertos cambios y transformaciones en la concepción de la misma para que realmente pueda originar una respuesta adecuada en su función dentro de la sociedad. 

Actualmente, nos encontramos inmersos por un lado, en una sociedad de la información y el conocimiento que mercantiliza la información y el conocimiento como nuevo valor al alza del sistema hegemónico capitalista, en el cual los sujetos somos consumidores de información, pero también podemos ser productores de la misma; y por otro lado, influenciada por las características de la modernidad líquida: la dinamicidad, la rápidez y el cambio constante y continuo; siguiendo a Bauman. Si entendemos que la educación esta al servicio de la formación para generar una sociedad mejor; y no como reflejo y reproducción de la misma, podemos entender que se requiere de una educación que forme a la sociedad en el funcionamiento de estos principios para no perderse en los mismos. Una educación liberadora que desarrolle el pensamiento crítico y potencie la creatividad, y que sepa aprovechar el contexto socio técnico para adaptarse a las circunstancias de incertidumbre y complejidad como retos para una formación acostumbrada a ser acrítica, reproductiva, estandarizada y sometida a los poderes de control y mercado de la ideología neoliberal ¿Pero cómo afrontar tales retos? 


Comunicación y Educación

La comunicación y la educación entendidas comúnmente implican al menos tres elementos esenciales: una persona que comunica o enseña, un mensaje o conocimiento a transmitir y un individuo que recibe dicho mensaje y mediante el cual se pretende que aprenda. A partir de esta estructura simple de emisor, mensaje y receptor, podemos articular tres modelos educomunicativos tal y como afirma Kaplún en su libro: “una pedagogía de la comunicación”, y que nos ayudarán a entender mejor las prácticas, relaciones e intenciones que subyacen en los diversos entornos que utilizan la comunicación y por ende la educación:
Así pues, lo característico de un modelo educomunicativo eficaz es que el que comunica o enseña, en su propósito de comunicar o enseñar debe ser capaz de situarse en la posición del que aprende, desarrollando así una capacidad de empatía que ayude a comprender cuales son las necesidades, intereses y aspiraciones de los destinatarios, con el fin de “conectar” con estos para que el mensaje les llegue. Sin embargo ¿Qué resulta imprescindible para los destinatarios? De ahí la importancia de un requisito previo a toda buena comunicación que el autor denomina prealimentación o lo que debería ser el punto de partida de toda comunicación entendida no como un proceso unidireccional, sino más bien de su verdadera raíz en lo común, entendida como dialogo en el cual por definición los participantes interaccionan en un proceso de relación y cooperación con otros verdaderamente democrático, que permite dar voz a mayorías participativas y no solo a minorías monopolizadas.

Por lo tanto, el emisor o docente como buen comunicador debe realizar una tarea de descentración respecto a su propia perspectiva para acercarse más a la de los destinatarios o alumnado y tomar conciencia de aquello que se quiere transmitir o enseñar: cómo le afecta al público al que va dirigido, si es algo que ya saben o conocen o tienen o pueden tener dificultades para entenderlo, qué relaciones o posible cambios puede suponer en su día a día ese mensaje o conocimiento; en definitiva ¿qué significado tiene para ellos? Porque solo si les concierne o les implica se generará una verdadera conexión que hará que ese mensaje se transmita de forma eficaz. 

La teoría constructivista del conocimiento y el pensamiento crítico: del aprendizaje informal al formal

Llegados a este punto, como docentes podemos relacionar esto con la teoría del conocimiento constructivista en la cual desde una perspectiva constructivista más social, y siguiendo a Vigotsky, el docente ha de tener una representación de dónde se encuentran las dificultades para que el alumnado sea capaz de alcanzar el conocimiento, y cuáles son, y establecer así la distancia entre lo que este sabe y lo que se pretende que aprenda; para poder intervenir en el acercamiento entre su conocimiento y el conocimiento deseado. Evaluando en cada momento la eficacia de su intervención y modificándola en función de su repercusión en el alumno. Teniendo en cuenta siempre que las personas aprendemos a partir de la necesidad, es decir surge un conflicto que tenemos que superar y para ello necesitamos adquirir cierto conocimiento con tal de resolverlo. Todo aprendizaje, es por tanto generado por una necesidad, sin embargo el aprendizaje humano no puede reducirse tan solo a un tipo de enseñanza, como bien señala Delval en su libro: “Aprender en la vida y en la escuela”. El aprendizaje que se produce en la vida cotidiana es el que nos ayuda a enfrentarnos con las demandas del entorno, sin embargo, sobre este tipo de conocimiento espontaneo se añade el conocimiento escolar; de manera que cada uno de ellos se obtiene mediante distintos procedimientos: informal y formal. Así, podemos entender que la escuela surgió para transmitir habilidades instrumentales, producto de la acumulación cultural, pero actualmente todo ese conocimiento se ha hecho muy complejo, abstracto y basado en principios generales, se trata del conocimiento científico. Un conocimiento que trata de encontrar las causas y los principios generales, y que está en continuo desarrollo por lo que sus resultados son provisionales. Sin embargo, en la escuela se transmiten únicamente estos resultados, convirtiéndolos en algo fijo y definitivo. De manera que pretendiendo transmitir el conocimiento científico como un método de aprendizaje basado en preceptos para cuestionarse y poner en tela de juicio las concepciones anteriores y desarrollar mejores y nuevas explicaciones, generando así un juicio propio racional y crítico; lo que ocurre en realida en la escuela acaba siendo más bien lo contrario, transmitiendo de manera sistemática y vertical mensajes que se configuran como algo universal y que se oponen al conocimiento cotidiano no dejando ver su utilidad; no implicando al alumnado en la construcción de su propio proceso de aprendizaje, tal y como se supone la finalidad misma de la visión constructivista de la educación.

La diversidad de narrativas

Por tanto, con todo esto según la educomunicación habría que prestar una mayor atención a la contextualización del pensamiento crítico con tal de acercarlo más a lo que conforma la vida cotidiana, donde las cosas se aprenden con mayor facilidad, porque parten de la base que todo educador es educando y todo educando es educador, como bien apuntaba Freire, con las implicaciones que esto tiene para una verdadera comunicación horizontal dónde los docentes tenemos el papel de guiar y facilitar caminos, pero no de hacerlos de antemano porque cada uno y cada una sigue su propio camino incluso para llegar a un mismo aprendizaje.
Por todo esto, quizá sea de ayuda relacionar el conocimiento narrativo (la comunicación eficaz que parte del relato común) con el teórico o científico. Mediante las narraciones, a pesar de su carácter concreto y limitado, se generaliza el conocimiento aprendido de manera que tiene una mayor aplicación práctica, visible y útil; es decir esos personajes y situaciones prototipo que se generan en las narraciones se generalizan haciéndolos servir de ejemplo para otras situaciones. Por tanto si existe una relación entre el conocimiento narrativo y el conocimiento científico, en cuanto que ambas son dos formas de conocer la realidad, se debería utilizar esta relación con tal de que la escuela transmitiese mejor el conocimiento científico con la finalidad última que realmente se pretende (aunque el orden social no esté interesado en que se consiga este fin) que es crear personas con pensamiento libre que construyan su propio conocimiento. Por lo que debemos partir de representaciones espontáneas de los sujetos, conocerlas y actuar sobre ellas, para tratar entonces de vincular la escuela con la vida, creando un interés y una necesidad por el conocimiento científico, entendido como práctica de la reflexión y el pensamiento crítico y divergente para su aplicación a la realidad a la que nos enfrentamos día a día.

Reflexión final

Todo esto, es un buen inicio para la reflexión, sobre todo, teniendo en cuenta que todos somos educadores y educandos, para poder opinar respecto a la situación actual en la que se encuentra la educación y concienciarnos de qué concepción de la educación queremos seguir y vamos a tener en cuenta a la hora de afrontar nuestra labor educativa dentro de la sociedad y así poder actuar en consecuencia: cómo creemos que es mejor transmitir no solo los conocimientos sino también nuestros mensajes de necesidad de cambio y transformación que deben partir de tomar en cuenta cómo podemos hacer que el aprendizaje mejore en esta dirección, etc., y para todo ello, claro está, que uno debe empezar por formar su propia opinión al respecto y no hay otra forma mejor que hacerlo que como bien describe el autor siendo "emirecs":

  • emisores de estos nuestros propios mensajes, desde nuestra experiencia, conocimiento, puntos de vista y opinión crítica y reflexiva;
  • y a la vez, como receptores de estos mismos mensajes por parte del resto de implicados en toda la comunidad educativa, desde el conocimiento de otras perspectivas o puntos de vista para encontrar similitudes y también para poner en tela de juicio aquello que no vemos claro.
Sin embargo, quiero cerrar esta reflexión haciendo hincapie en que la necesidad de transformar la educación y por ende la sociedad, pasa por la propia acción, implicación y participación de lo individual a lo colectivo. Pero esta transformación en verdaderos productores y actores del cambio realmente requiere de una ardua tarea preliminar, reciproca e infinita que consiste en "aprender a desaprender" para poder liberarnos de las dudas que nos generan las imposiciones que inconscientemente acatamos y reproducimos como propias inconscientemente, tal y como muestra esta viñeta de Frato al que tanto me gusta recurrir por su facilidad para transmitir mensajes claros y contundentes mediante imágenes sencillas que nos evocan y sugieren experiencias y vivencias que todos podemos reconocer en el sistema educativo y que nos incitan a reflexionar sobre las mismas. 


Ante la cual y siguiendo con la lectura de Mario Kaplún antes citada, para mantener una dualidad entre nuestra perspectiva desde lo que sabemos como educadores y lo que hemos aprendido y como llegar a transmitir o enseñar a partir del entendimientoo del otro, las claves para el cambio deben partir de la articulación de una narrativa educativa que permita dar a conocer que el cambio históricamente no significa ruptura, sino que tal y como apunta Punset "desaprender para aprender" ha sido la motivación de toda nuestra evolución como sociedad y en la construcción de nuestro conocimiento como la misma, siguiendo como ejemplo la transformación que supuso para la humanidad el cuestionamiento radical de Copérnico sobre el propio universo y nuestra posición en el mismo, solo así ha avanzado la ciencia y solo así avanza nuestro conocimiento, con un tira y afloja continuo entre estaticidad y dinamismo; la superación de creencias, tradiciones y prejuicios mediante la protesta, la resistencia y el cuestionamiento crítico.
Así pues, ¡que empiece la interacción!

Bibliografia

  • Aparici, R., Escaño, J. C., y García Marín, D. (2018). La otra educación. Pedagogías críticas para el siglo XXI. España: Uned.
  • Delval, J. (2006). Aprender en la vida y en la escuela. Madrid: Morata
  • Kaplún, M. (1998). Una pedagogía de la comunicación. España: Ed. De la Torre.
  • Santos Guerra, M. A. (2007). El pato en la escuela o el valor de la diversidad. Madrid: Encuentro Mediterraneo S.L.







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